domingo, 10 de enero de 2010

Apatía 2.0


Asistimos en la actualidad al ocultamiento, la negación y al escape de todo lo relacionado con las ideologías. Desde las instituciones, los medios o la sociedad; no encontramos una clara señal que denote algún interés profundo en explayarnos sobre este concepto que cruza muchos, o casi todos los actos de nuestras vidas.
Parecería ser que lo principal hoy en día es no mostrar como pensamos, no abrir nuestras mentes e intercambiar ideas con el de al lado. Como sociedad, nos interesa cada vez menos hablar sobre temas políticos o económicos. Si tocamos estos temas, es para quejarnos o para putear al gobernante de turno; pero la verdad que para profundizar, elegimos temas de actualidad o simples chusmeríos baratos y mediocres. A la mayoría de los conciudadanos argentinos les aburre, los enoja y hasta los deprime montarse sobre esos debates. Pero si hilamos fino, también podemos desenredar ese ovillo de hilo de lana, y ver que es el facilismo o la comodidad del que no quiere participar lo que esta presente en cada uno de nosotros. El germen del que no quiere ni construir o aportar alguna idea, aunque sea desde la palabra.
En la misma senda los políticos, o mejor dicho, los representantes de estos partidos que nacen y mueren en un par de años, que cambian de partido y de ideologías en un abrir y cerrar de ojos; son los mayores artífices de que esta ausencia de debate y ocultamiento de ideología, sea algo normal y ya casi no sorprenda a nadie. Hace años que en las elecciones no vemos ni una plataforma política de los partidos más importantes o de mayor convocatoria. Tampoco aparecen vociferadas en los escasos y pobres discursos de los candidatos en sus cierres de campaña. En este amarretismo ideológico, los personajes de la política ni siquiera debaten en los medios. No conocemos y no nos quieren mostrar que piensan o que quieren hacer cuando nos representen o nos dirijan como ciudadanía. Para ellos y su grupo de asesores, es mejor decir lo menos posible; porque cualquier traspié los hará perder votos. Ahí se descubre el velo del ocultamiento del pensamiento.
Por supuesto que los medios de comunicación masiva juegan un papel fundamental en esta dispersión planificada, llevando adelante el rol que mejor les sale: desinformar. No quedan dudas a esta altura de los acontecimientos, que toda palabra o imagen que fluye de un medio nunca es objetiva; sino que es un recorte, una parcialidad, una visión subjetiva de la realidad. Y cuando se elige comunicar o mostrar algo, se esta ocultando otra cosa. El valor de esta otra cosa ocultada, puede valer centavos o millones en el mercado de la información. Entonces comprendemos que el disfraz de la objetividad le calza muy bien a la sección informativa de los multimedios, y es utilizado como regador de noticias muy bien seleccionadas, en donde nos sirven en bandeja: qué pensar, cómo y cuándo.
A raíz de esto, y en consonancia con la apatía actual prefabricada desde las altas esferas de poder; los multimedios privados, los estatales o cualquier periodista independiente, pueden llevar adelante la voz y la ideología de cierto partido o interés puntual. Esta claro que en el siglo XXI las campañas políticas se definen por TV. Los candidatos a cualquier puesto gubernamental ya no necesitan de bases distribuidas por todo el territorio nacional, con partidarios que levanten la bandera de sus ideales y hagan correr las ideas de su candidato; sino que tienen seguidores virtuales y mediáticos. Posibles votantes que se suman por Facebook, Twitter o la nueva red social de turno; fanáticos televisivos a los que sólo les interesa la imagen del candidato y cuan gracioso da en televisión. O simplemente ciudadanos a los que “no les interesa la política”, y que solo esperan ver en el programa de mayor rating del prime time de cabotaje, las mejores frases armadas, bonitas, recurrentes y demagógicas; casi casi envueltas para regalo y con un hermoso moño a lunares.
Entonces, para entender y verlo mas claro, imaginemos que colocan a nuestra sociedad en una máquina lavarropas. Cada ciudadano, como cada prenda, se mezcla y se relaciona con el de al lado. En ese girar, en ese centrifugado; los grupos de poder (con los medios y los políticos como herramientas), arrojan el polvillo que limpiará de ideologías y de pensamiento crítico a cada uno de nosotros. Así, en un trabajo minucioso, logran su cometido. Por suerte, la prueba de la blancura ideológica no tiene el 100% de efectividad, y siempre alguna prenda sucia queda o destiñe a una parte del resto.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario